Dando con generosidad...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de hoy, 19 de septiembre de 2004, Domingo XXV del Tiempo Ordinario, en el Hogar Marín. Me basé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa del día:

 
Goloso1. SI SIEMPRE QUEREMOS TODO, LAS COSAS SE NOS ACUMULAN MÁS DE LO NECESARIO... A todos nos gustan las cosas ricas, y apenas las encontramos, nos tientan. Pero si además somos golosos, la tentación a veces se hace irresistible, y las consecuencias también. Porque si tomamos todas las golosinas y los helados que se nos ponen delante, inevitablemente vamos subiendo de peso. Por eso, la mejor fórmula para hacer un régimen de comidas que nos mantenga en el peso justo, sigue siendo siempre la más clásica: no hay que incorporar más calorías que las que gastamos, porque inevitablemente van formando rollos de grasa, que se acumulan en sus lugares preferidos (no más, pero tampoco tenemos que incorporar menos que las que habitualmente utilizamos, si no queremos romper el sano equilibrio de nuestro organismo)...
 
CargaPero además, si siempre queremos tener todo, las cosas también se nos acumulan en los estantes, en las cajas, en el altillo y en tantos otros lugares donde las vamos guardando, "por las dudas", y van haciéndonos cada vez más difícil el camino. No hay que perder de vista que la vida es un camino, ya que partimos de Dios y vamos en marcha hacia Dios, precisamente por el camino de la vida. Y cuando se nos acumulan las cosas (no sólo las que tenemos en la casa, sino todas las otras, que se acumulan tan rápidamente, a veces casi sin que nos demos cuenta), se nos hace más difícil caminar por la vida. El peso de las cosas puede ser tanto, que nos haga perder hasta el gusto de la vida. ¿No será por eso que a veces nos cruzamos con tantas personas que van por la vida con las caras largas, la sonrisa desdibujada y las cejas arqueadas?...
 
Carretilla volcadaY por último, hay que tener en cuenta que, a medida que nos vamos dejando absorber por las cosas, también crecen las preocupaciones por mantener lo que vamos adquiriendo y acumulando. Y pueden crecer tanto, que lleguen a sepultarnos. Cuando esto sucede, cuando quedamos sepultados por las preocupaciones que nos llevan detrás de las cosas, para obtenerlas y para mantenerlas, en vez de prestarnos un servicio para desarrollar de la mejor manera nuestra vida, las cosas no nos dejan ni siquiera disfrutar de la vida. Así, las cosas pierden claramente su lugar. Dejan de ser instrumentos, se convierten en el fin y en la meta de la vida. Por eso, para que no quedemos atrapados por las cosas, hoy Jesús quiera enseñarnos a ponerlas en su lugar y a utilizarlas de modo tal que nos ayuden a alcanzar la verdadera meta de la vida...
 
2. TODO LO HEMOS RECIBIDO PARA PONERLO CON AMOR AL SERVICIO DE LOS DEMÁS... Todas las cosas son instrumentos que hay que aprender a usar. Tienen su finalidad, y fuera de ella pierden su sentido y se corrompen. Para comprender bien esta enseñanza de Jesús, conviene asumir todo el contexto en el que Jesús nos la da...
 
ComidaEn primer lugar, como nos dice hoy San Pablo, hay que tener en cuenta que hay un solo Dios. Todos tenemos en Él nuestro origen, y por lo tanto, todos formamos una sola familia. Por eso San Pablo nos dice también que Dios quiere que todos se salven, es decir, alcancen el sentido pleno de su vida, como parte de esta única familia de la que todos somos parte. Por eso, podemos decir que, respecto de los bienes, entre Dios y nosotros sucede lo que sucede en una familia. En la familia, hay cosas que son un poco de todos: la casa, la mesa común, las tradiciones. Pero, por otra parte, hay cosas que son de cada uno, como por ejemplo la ropa. Esas cosas "de cada uno", sin embargo, en las familias bien formadas, se piden, se prestan y se usan en común. Traducido a nuestra condición en el mundo: todos los bienes tienen un destino universal, Dios los ha puesto en el mundo, que es la casa de todos, para que sirvan a todos, y a nadie le falte lo necesario para la vida, que se expresa tan bien a través de los alimentos. Aunque, justamente para que sirvan a todos, también hay un derecho y tiene su sentido la propiedad privada, como instrumento para servirse de los bienes...
 
La propiedad privada, entonces, no es absoluta. Adquiere su lugar cuando nos permite utilizar de los bienes, sin desmentir, sino ajustándose a su destino universal. Por eso es que Jesús habla del "dinero injusto", y nos exhorta a utilizarlo bien. Puede considerarse que todos los bienes se convierten en injustos cuando se acumulan sin dar frutos. Por eso es bueno tener en cuenta que somos administradores de bienes que hemos recibido, y teniendo en cuenta el destino universal de los bienes, utilizarlos bien consistirá en ponerlos, con amor, al servicio de los demás...
 
Beata Juana JuganEucaristíaY cuando hablamos de bienes que Dios pone en nuestras manos tenemos que pensar no sólo en los materiales, sino en todos. También son bienes que hemos recibido para administrar, dando frutos de amor en el servicio a los demás, todos los dones y capacidades, que llamamos talentos con lenguaje del Evangelio. Como así también la fe es un don recibido, no sólo para encaminarnos a la vida eterna, sino también para que demos con ella frutos de salvación para los demás...
 
Todos los bienes, entonces, son instrumentos del amor, y dan sus frutos si los ponemos al servicio de los demás. La beata Juana Jugan, fundadora de las Hermanitas de los Pobres, al servicio de los ancianos pobres, en los que ella veía con especial clarividencia el rostro de Cristo que le pedía su atención, nos da un ejemplo claro sobre el modo de poner todo al servicio de los demás. Mujer de fe, atendía a los ancianos, que recibía en las casas que rápidamente se extendían por todos lados, con los bienes que, a través de los bienhechores, recibía de la providencia, y que no dejaba de pedir a través de su intercesor preferido, San José...
 
Cielo3. PARA LLEGAR AL CIELO, HAY QUE ADMINISTRAR LO RECIBIDO DANDO CON GENEROSIDAD... No son los bienes de la tierra los que Dios nos ha querido dar como propios, sino los del Cielo. Esa es nuestra herencia, que tenemos prometida...
 
Corazón y manosPor eso, tenemos los bienes que ahora están en nuestras manos sólo como instrumentos. Su finalidad es que nos ayuden a llegar al Cielo. Para eso tenemos que administrarlos de manera tal que den sus frutos para nosotros y para toda la familia de la que formamos parte (es decir, toda la familia humana)...
 
Será compartiendo con generosidad los frutos que hemos recibido para administrar, que ellos podrán dar sus frutos, y así permitirnos alcanzar el verdadero bien. Si somos fieles administrando "lo poco" (y frente al Cielo, todos los bienes de la tierra son poca cosa), Dios podrá considerarnos fieles para lo que es inmensamente más grande y valioso, y podrá confiarnos la entrada para disfrutar la herencia eterna que nos tiene preparada, los bienes del Cielo...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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