El camino y la meta...

Queridos amigos: 

Esta fue mi predicación de hoy, 7 de noviembre de 2004, Domingo XXXII del Tiempo Ordinario, en el Hogar Marín. Me basé en las siguientes frases de las lecturas bíblicas de la Misa del día:


Monos locos1. NO HAY PEOR CIEGO QUE EL NO QUIERE VER, NI SORDO QUE EL QUE NO QUIERE OÍR... Quienes han nacido sin estos importantes sentidos, o quienes los han perdido por algún accidente o alguna enfermedad, se ejercitan para suplirlos con un mayor desarrollo de los otros. Pero el que cierra los ojos o los oídos a propósito, o deja que otros se los tapen, de quedan sin ninguna posibilidad de ver y de oír...

Esto nos pasa de alguna manera a todos nosotros, cuando nos cerramos a ciertas realidades que son evidentes y que sin embargo no queremos ver y de las que no queremos oír que existen. Por ejemplo, aunque es evidente, y además seguro, que todos vamos a morir, a veces pareciera que vivimos como si fuéramos a vivir para siempre, cerrando todos los sentidos ante la realidad de la muerte. Y como un péndulo que va de un extremo a otro, cuando consideramos la muerte nos la planteamos como una fatalidad que viene a interrumpir nuestros planes, convirtiéndose en una desgracia que no nos resignamos a aceptar...

Avión en vueloNo deja de ser curioso. Porque, teniendo en cuenta que la vida es como un camino, que tiene su origen en Dios, y en Él mismo tiene su meta, cuando vivimos como si fuéramos a vivir para siempre o como si la muerte fuera un extraño al que hay que resistirse a todo precio, nos parecemos a alguien que se ha subido a un avión para hacer un viaje, y que al poco tiempo de estar allí, olvida su punto de partida y su meta, y pretende quedarse en el avión para siempre. Es verdad que algunos aviones pueden tener tal cantidad de comodidades y de servicios que hagan olvidar las ventajas de estar en tierra, pero de todos modos a nadie se le ocurriría que tiene sentido permanecer en el avión como si fuera una casa permanente...

Las consecuencias pueden ser tremendas. Si vivimos como si esta vida fuera todo, podemos caer en el error de querer darnos todos los gustos mientras dure esta vida, y además deprimirnos o desesperarnos cuando llega la muerte. Por eso Jesús hoy quiere abrirnos los ojos y destapar bien nuestros oídos, para que vivamos con la confiados en la vida que sólo se alcanza después de la muerte...

Camino2. NUESTRA META ES EL CIELO, AL QUE SÓLO SE PUEDE LLEGAR DESPUÉS DE LA MUERTE... Todos vamos a morir, y eso en realidad no sólo no es tan malo, sino que es, o puede ser, muy bueno. Dios nos hizo para la vida, es Dios de la vida. Pero nos hizo para una vida que no cabe dentro de ésta que hoy llevamos. nuestra aspiración a la vida ha sido sembrada por el mismo Dios en los más profundo de nuestro corazón, y se convierte en una meta posible a partir de la semilla de eternidad que ha sembrado en cada uno de nosotros. A lo que aspiramos, entonces, y a lo que podemos y debemos tender, no es sólo a una prolongación de esta vida "por más tiempo", sino la Vida que se vive junto a Jesús, con la resurrección. Por eso, teniendo en cuenta que nuestra vida de hoy es sólo el camino que nos puede llevar a la que vale, y que no tenemos aquí en esta tierra un destino que dure para siempre, no importa si es largo o corto el camino, sino que nos lleve a la meta. Los siete hermanos detenidos, a quienes querían apartar de Dios amenazándolos con quitarles la vida, nos muestran el camino que lleva al buen final: "nos resucitará a una vida eterna, ya que nosotros morimos por sus leyes"; "es preferible morir a manos de los hombres, con la esperanza puesta en Dios de ser resucitados por él". Se trata, entonces, de vivir la vida conforme al camino que nos muestra Dios, para que dé fruto la muerte...

Cruz en el CieloDios nos hizo para el amor y para la vida, y nuestra condición corporal le señala las posibilidades y le pone los límites tanto a uno como a otra. Jesús nos muestra hoy, con su respuesta a los saduceos, que no creían en la resurrección, que el amor matrimonial tiene unas limitaciones en nuestra condición actual, que no tendrá en el Cielo. Nuestra condición corporal le imprime hoy al amor matrimonial, por el bien de los cónyuges y de los hijos, la exigencia de la fidelidad, y además la exigencia de la unidad, entre uno y una...

También el amor servicial, que nos pone a unos a los pies de los otros, ya que Jesús nos hace a unos servidores de los otros por el amor, encuentra en nuestra corporeidad sus posibilidades y sus límites. Será según la capacidad que nos dan nuestras fuerzas y nuestros bienes, además de nuestra decisión, personal e intransferible, que podremos servir a los demás. Pero no podremos hacer todo lo que queramos, sino sólo lo que quepa dentro de nuestras limitaciones...

La misma vida tendrá en nuestra corporeidad sus límites. Más allá de las enfermedades que tengamos o podamos sortear, nuestro cuerpo se irá poniendo viejo, hasta que no pueda más, y llegados al límite nuestra vida en la tierra tenga que terminar. Será la resurrección la que hará posible que superemos las limitaciones de nuestra condición corporal actual, abriéndonos a un amor y a una Vida sin los límites que ella hoy nos impone...

Camino sinuosoSaludo3. EL CAMINO QUE JESÚS NOS DIO ES EL AMOR, QUE ES TAMBIÉN LA META... Mientras tanto, es importante no perder el camino, para no equivocar la meta. El camino es el amor. Es un camino que tiene sus sombras, debido a nuestras limitaciones...

Es un camino que tiene sus vericuetos y sus vueltas, sus otoños y sus primaveras. No siempre resulta claro y fácil dar con la mejor manera de recorrerlo. Es un camino exigente, que reclama lo mejor de cada uno de nosotros en cada momento. Un camino que requiere constancia, que requiere paciencia, que reclama esfuerzo y dedicación. Un camino que requiere fortaleza, y que por eso mismo requiere que mantengamos siempre bien alimentada nuestra fe, para resistir todas sus exigencias...

Es un camino, por otra parte, que es también la meta, ya que el Cielo será la gran fiesta del Amor de Dios, a la que Él mismo nos invita. Por esto mismo, recorrer con fidelidad el camino del amor durante nuestra marcha, no sólo nos acerca a la meta, sino que también nos anticipa lo que será la fiesta del Cielo, además nos prepara a participar en ella...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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