Buena semilla, en tierra buena...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de hoy, 10 de julio de 2005, XV Domingo del Tiempo Ordinario del Ciclo Litúrgico A, en el Hogar Marín. Me basé en las lecturas bíblicas de la Misa del día:


Piadosos1. AUNQUE SOMOS UNA MAYORÍA DE CRISTIANOS, EL EVANGELIO NO DA FRUTOS ENTRE NOSOTROS... A pesar de la fe que profesamos en nuestra patria desde que en ella los primeros evangelizadores predicaron el Evangelio ya desde la llegada de los europeos a estas tierras, nuestras actitudes humanas y ciudadanas no aparecen demasiado impregnadas de este Evangelio. Es común ver colgados rosarios o crucifijos de los espejos retrovisores de los automóviles. También se ven los crucifijos, al menos por ahora, que en los despachos oficiales. Desde allí Jesús "mira" todo lo que sucede en ellos. ¡Qué sustos se debe llevar con frecuencia, por las cosas que le toca ver y oír en esos lugares!

Caminos divergentesPero, de todos modos, no sólo se trata de lo que sucede en los despachos oficiales. También lo mismo podríamos decir muchas veces de lo que sucede en las empresas y en las familias de nuestra patria. Incluso a veces dentro de nuestra querida Iglesia podemos encontrarnos muchas veces con actitudes que no responden al Evangelio. Aunque seamos casi siempre y casi todos muy piadosos, parecería que en casi todos los ámbitos de nuestra patria no tenemos una gran coherencia entre lo que creemos y lo que hacemos. Con frecuencia la fe y la vida parecen tomar caminos distintos...

¿Cómo puede suceder esto? ¿Será que la Palabra de Dios no tiene suficiente eficacia para cambiar nuestros corazones endurecidos, a pesar de que la recibamos una y mil veces, cayendo sobre nosotros como agua de lluvia, impregnándonos paciente e insistentemente con su sabiduría? No, no es eso lo que pasa, la Palabra de Dios, como nos dice Isaías, es siempre eficaz, lo que pasa es que...

Pedregoso2. LA PALABRA DE DIOS ES BUENA SEMILLA, QUE EN TIERRA BUENA DA BUENOS FRUTOS... Hoy nos lo explica Jesús con esta parábola clara y transparente de la semilla que cae en diversos terrenos. La Palabra de Dios es siempre eficaz, ya nos decía el profeta Isaías en la primera lectura de este día. Pero el fruto depende no sólo de su eficacia, sino también de nosotros. La semilla buena necesita también buena tierra, para dar frutos...

A veces la Palabra de Dios cae en nosotros como semillas que quedan en el borde del camino. No penetra, se queda en la superficie. Eso nos sucede cuando la Palabra de Dios nos entra por un oído y se nos va por el otro,y siguiendo de largo, como el agua cuando cae sobre una piedra caliente del desierto, se evapora sin mojarla. Por eso nos viene bien a todos, desde el Papa hasta el último bautizado, volver a recibir, a escuchar y a leer una y otra vez la misma Palabra de Dios, con la que Él nos habla siempre, porque aunque nos parezca que ya la hemos escuchado, quizás en una nueva oportunidad podamos cambiar la actitud del corazón, y recibir de esa manera algo que esa Palabra de Dios tiene para darnos, y todavía no hemos recibido...

DesiertoOtras veces cae en nosotros como en terreno pedregoso, que no es profundo, y no puede echar raíces, porque se queda sólo en la superficie. Basta un poco de sol o de viento para que la planta recién nacida se marchite. Eso es lo que sucede en el desierto, donde las pocas plantas que hay parecen estar casi sin vida ¡Cuántas veces la Palabra de Dios nos emociona, mueve nuestros sentimientos, nos da una alegría inmediata, pero se queda en la superficie! A la primera de cambio, ya nos olvidamos lo que nos decía. Ayer el Arzobispo de Tucumán pronunciaba su Homilía en el Te Deum del 9 de julio, ante las autoridades nacionales, que seguramente lo escuchaban con atención. Y a las pocas horas, voceros "oficiales y no oficiales" de las autoridades ensayaban una "magdalena", para usar expresiones de las plazas de toros, tratando de esquivar lo que podía corresponderles de lo oído, como si se refiriera sólo a los demás, pero de ningún modo a ellos...

ArbolOtras veces la Palabra de Dios se encuentra en nosotros como entre espinas , que la ahogan y la hacen sucumbir. Las preocupaciones del mundo, y las cosas de todos los días, en las que la Palabra de Dios debería servirnos para orientarnos, como una linterna sirve para orientarnos en las oscuridades de la noche, nos absorben de tal manera que no nos dejan "espacio vital" para dejarnos iluminar por las Palabras de Vida que salen de la boca de Dios. De todos modos, también es posible que tengamos el ánimo y la decisión suficiente para no dejar pasar sin más tanto don y tanto regalo, como es esta Palabra con la que Dios nos habla sin cesar. Simplemente, se trata de disponernos de manera adecuada para que la Palabra de Dios pueda dar frutos en nosotros. confiados en su eficacia, sabemos que los frutos que pueda dar en nosotros la Palabra de Dios dependerá del modo que preparemos el terreno de nuestro corazón, en el que esta Palabra es sembrada como semilla eficaz...

Arar3. HAY QUE TRABAJAR LA TIERRA, PARA QUE LA BUENA SEMILLA DÉ FRUTOS... A veces será mucho el trabajo que habrá que hacer para que nuestro corazón se convierta en un terreno fértil, en el que la Palabra de Dios pueda desplegar su eficacia. Otras veces, con la pala y el arado, habrá  que dar vuelta la tierra, roturarla, moverla, trabajarla, alimentarla y regarla...

AradoCon los bueyes (¿recuerdan el domingo pasado, la imagen de los bueyes tirando para el mismo lado, para llevar con Jesús el yugo suave de la Cruz y la carga liviana del amor?), o con maquinarias más sofisticadas, a nosotros nos tocará trabajar la tierra personal, la de nuestra propia familia y también la de los otros ambientes y lugares donde nos movemos, incluida la casa de todos, que es nuestra patria, para que allí donde sea que estemos, recibamos con un corazón bien dispuesto, esta semilla buena que es la Palabra de Dios, que quiere y puede dar en nosotros cada vez más mejores frutos...

Pero quedémonos todavía un instante más con la imagen del yugo. Seguramente nos ayudaría mucho para que en nosotros dé frutos la Palabra de Dios, que nos unamos con otros a través de un mismo yugo, y tiremos juntos para un mismo lado, guiados por esa Palabra. Hoy, cuando se vuelve urgente y dramática la defensa de la vida, ya que pretende despenalizarse y "legalizarse" su ataque en el seno de las madres a través del aborto, es necesario que nos ayudemos a "trabajar la tierra" en la Iglesia y en la patria, para que las semillas sembradas por la fe en nuestra cultura y nuestra Constitución, defendiendo la vida desde el primer instante de la concepción, no sea atrapada por las espinas y sigan dando buenos frutos...


Un abrazo y mis oraciones.
 
P. Alejandro W. Bunge
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