Familia humana, comunidad de paz...
1. A TODOS NOS HACE
BIEN CELEBRAR EN FAMILIA LAS GRANDES FIESTAS...
Cuando estamos en familia nos encontramos a gusto, porque no hace falta
estar demasiado acartonados. Podemos expresar nuestras
alegrías, y
también nuestros motivos de tristeza, con más
libertad y más
fácilmente. Eso ayuda también a la hora de
celebrar las grandes
fiestas. Por eso, aunque en nuestro tiempo varias costumbres "nuevas"
parecen a tentar contra esta buena herencia, todavía se
conserva,
gracias a Dios, la sana costumbre de celebrar en familia la Nochebuena,
la Navidad, y también, al menos en parte, el comienzo del
año...
Cuando se
celebra en familia, por otra parte, es más posible que los
regalos no
se conviertan en una preocupación excesiva, que atente
contra su
significado más profundo. En familia es posible que
descubramos más
fácilmente que cada uno de nosotros somos un regalo para los
demás, así
como cada uno de ellos lo es para nosotros. Y cuando le hacemos un
regalo a alguien, lo que estamos tratando de expresar es nuestra
gratitud porque él mismo es un regalo para nosotros. Por eso
a la hora
de los regalos no importa tanto el valor que éste tenga,
sino el afecto
que con él pretendemos expresar. Por esta razón,
dicho sea de paso, la
costumbre de hacer regalos en el tiempo de Navidad pretende expresar
nuestra gratitud a Dios, que es el gran regalo que Dios nos ha hecho,
dándonos con Él la Salvación y la
Paz...
Pero
las grandes fiestas, además de celebrarlas en familia,son
ocasiones en las que llegan visitas a nuestras casas, que dejan
sus huellas en nuestros corazones.
La visita
de
los amigos y de los familiares en nuestras casas con ocasión
de las
fiestas son una oportunidad de
intercambio fraterno que va mucho más allá de
darnos noticias unos
sobre los otros. Nos permiten también un
intercambio espiritual, que
nos hace crecer a todos. Por eso, cuando se
van los que nos han visitado, normalmente descubrimos que hemos nuestro
corazón late más fuerte, de manera distinta, por
todo lo que hemos
recibido de ellos. Cuando se van las visitas, no somos igual que
antes que ellas hayan
estado...
2. LA
MADRE DE DIOS RECIBIÓ AL PRÍNCIPE DE LA PAZ EN EL
CALOR DE UNA
FAMILIA... Dios se hizo Hombre cuando, viendo la postración
en la que
nos
había dejado el pecado, quiso salvarnos. Siendo Dios de
verdad, quiso
hacerse
Hombre también de verdad, para salvarnos "desde adentro",
asumiendo
nuestra condición humana y siendo uno de
nosotros. Para eso se eligió una Madre, y nació
verdaderamente, como
Hombre, y como Dios. Así María es, como Madre de
Jesús, verdaderamente
Madre de Dios...
Esto
marcó
definitivamente a María, que ya en
previsión de su misión maternal fue preservada
desde el primer instante
de su concepción de toda mancha, tal como lo hemos celebrado
el 8 de
diciembre en la Solemnidad de la Inmaculada
Concepción. Por eso podemos decir que
María es la mayor Huella que
Dios ha dejado en el mundo, desde el
momento en que decidió hacerse Hombre para salvarnos y vino
a
visitarnos. Buscando esos
brazos maternos que lo cobijaran, hizo de María su Madre.
María, que es
verdaderamente Madre de Dios, acompañó su camino
de salvación
desde el Pesebre hasta la Cruz, y al pie de la misma
participó del
ofrecimiento con el que Jesús se entregó al Padre
para salvarnos. Y al
pie de la Cruz, Jesús nos ha confiado a su Madre, para que
sea también
Madre nuestra...
Pero en el día de
hoy
celebramos no sólo la Solemindad de Santa María
Madre de Dios, sino
también la Jornada Mundial de la Paz. Hace ya 41
años los Papas
(primero Pablo VI, después Juan
Pablo II y ahora Benedicto XVI), han querido que el día en
que comienza
el año, junto con la Solemnidad de María, Madre
de Dios, se celebrara
también la Jornada Mundial de la Paz. Es un día
muy adecuado para
hacerlo: Así como en Belén María
recibió a Jesús en sus brazos y el
Príncipe de la Paz hizo su nido en el seno de una familia en
la que
creció humanamente y aprendió también
humanamente los caminos de la
Paz, así también la Paz siempre
surgirá de la sencillez
del Pesebre, en el que
nació Dios hecho Hombre....
3. LA HUMANIDAD ES UNA
GRAN FAMILIA, QUE SE EDUCA PARA LA PAZ EN CADA FAMILIA... La familia natural, nos recuerda Benedicto XVI con
palabras
de Juan Pablo II retomadas en su Mensaje
para la Jornada Mundial de la Paz del 1 de enero de 2008, es
el
«lugar primario de "humanización" de la persona y
de la sociedad», la
«cuna de la vida y del amor», y por eso es la
primera sociedad natural.
En una vida familiar «sana», nos dice el Papa, es donde se
pueden experimentar algunos elementos esenciales de la paz, como la
justicia y el amor entre hermanos y hermanas, la función de
la
autoridad manifestada en los padres, el servicio afectuoso a los
miembros más débiles (pequeños,
ancianos o enfermos), la ayuda mutua en
las necesidades de la vida, la disponibilidad para acoger al otro, y
cuando es necesario para perdonarlo. Por eso, la familia es la
primera e insustituible educadora de la paz.
La familia, dice el
Papa, que nace del
«sí» responsable y definitivo
de un hombre y de una mujer, vive del
«sí» consciente de los hijos que
poco a poco van formando parte de ella y prospera con el consenso generoso de todos sus miembros, permite tener experiencias
determinantes de paz.
Se pregunta el Papa dónde el ser humano en
formación podría aprender a
gustar mejor el «sabor» genuino de la paz sino en
el «nido» que le
prepara la naturaleza, es decir, en la familia. Al lenguaje
familiar, que es un lenguaje de paz; dice
Benedicto XVI, es
necesario recurrir siempre para no perder el uso del vocabulario de la
paz.
Y en medio de la inflación de lenguajes de nuestro tiempo,
piensa, hace
falta no perder la referencia a esa
«gramática» de la paz que todo
niño
aprende de los gestos y miradas de mamá y papá,
antes incluso que de
sus palabras...Volver al inicio de la predicación...
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