Lo que ha puesto en nuestras manos...

Queridos amigos:
 
Esta fue mi predicación de hoy, 10 de junio de 2007, Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Jesús (Corpus Christi) del Ciclo Litúrgico C, en la Abadía Santa Escolástica y en el Hogar Marín:

Pecado original1. SI NO QUEREMOS HACERNOS CARGO DE UN PROBLEMA, ENSEGUIDA SE LO ENCAJAMOS A OTRO... Esto sucede desde hace ya mucho tiempo. En el paraíso terrenal, cuando Adán tuvo que explicarle a Dios por qué había comido del único árbol cuyos frutos no tenía que probar, la hizo responsable a Eva, que lo había convidado. Y cuando ésta fue preguntada sobre su actitud, enseguida cargó la responsabilidad sobre "la serpiente", que la había engañado (los únicos que parecen alarmarse en esta simpática imagen de la escena son los animales que, al ver que los inteligentes de la creación se decidieron por desobedecer las indicaciones de Dios, se dan cuenta que no están ante "buenas noticias")...

AcusadorPero no se trata de un comportamiento aislado. En muchas ocasiones me parece que muchos de nosotros respondemos de una manera similar. Si algo nos sale mal, antes que alguien nos diga algo enseguida se nos dispara el dedo acusador y cargamos la responsabilidad a los que no supieron ayudarnos a tiempo, o a los que no nos han tenido la paciencia que necesitábamos. Con mucha frecuencia, entonces, si no alcanzamos los éxitos esperados enseguida o fácilmente lo atribuimos a que los demás no se han dado cuenta suficientemente de lo que realmente valemos...

A los gritosTambién reaccionamos de esta manera cuando nos ponemos a conversar sobre las cosas que suceden en nuestra patria. Si no salimos adelante, si a pesar de todas nuestra posibilidades, que son muchas a la luz de nuestras riquezas naturales, seguimos enterrándonos en la mediocridad y en la decadencia, con problemas endémicos de corrupción y de pobreza, inmediatamente nos surge el reclamo a los políticos que hemos elegido para que se ocupen de "la cosa pública", como si ellos vinieran de otro universo y aterrizaran aquí sin que tuvieran nada que ver con nosotros (en realidad, sería sencillo constatar que muchas de sus faltas de conducta y las corrupciones que les endilgamos y les reprochamos, en diversas medidas y proporciones, forman parte de nuestro modo de comportarnos en la convivencia cotidiana). Y por las dudas, para que nadie deje de oírnos (y de paso, no se anime a preguntarnos nada personal), cuando hablamos de estas cosas lo hacemos levantando muy alto la voz. Hasta en el deporte con demasiada frecuencia la derrota del equipo preferido encuentra su justificación en la mala actuación del árbitro (aunque desgraciadamente en el fútbol, por ejemplo, desgraciadamente un deporte que se ha hecho un negocio demasiado grande capaz de ahogar su dimensión deportiva, a veces haya motivos suficientes que parecen justificar este reclamo)...

En realidad, ni los Apóstoles parecen haber estado a salvo de esta tendencia a cargar en otros las responsabilidades que no estamos dispuestos a asumir. Cuando se hizo tarde, ese día que Jesús se había pasado predicando el Reino de Dios y curando a los que necesitaban ser curados, le dijeron que despidiera a la multitud porque no tenían suficiente para darle a comer a todos. Jesús tiene la solución. Sin embargo, pretende involucrar también a los Apóstoles en lo que va a hacer...

Eucaristía2. JESÚS PUEDE SACIAR TODAS NUESTRAS NECESIDADES, ES EL PAN QUE DA LA VIDA ETERNA... El hambre de cinco mil hombres, con sus mujeres y niños, ciertamente no es un problema para Jesús. Y nos lo muestra con el milagro con el que dio de comer a todos ellos. Pero no podemos dejar de tomar en cuenta que éste, como los demás milagros que hizo Jesús, tiene un significado que va más allá del hecho que en ese momento se solucionó con ese milagro...

En realidad, Jesús pudo dar respuesta a esa necesidad que se presentó en ese momento porque puede saciar todas nuestras necesidades, cualesquiera ellas sean. Él mismo se hace Pan, con el que alimenta nuestra vida. El encuentro con Jesús, cuando lo recibimos en la Eucaristía, es el encuentro con el mismo Jesús que murió en la Cruz, y venció en ella todas las consecuencias del pecado. Es el encuentro con Jesús resucitado. Por eso nuestro encuentro con Jesús en la Eucaristía hace que nuestra vida se abra a la Vida eterna encuentre su destino en el Cielo...

Así, cuando Jesús nos alimenta ya no hay necesidad humana que pueda quedar insatisfecha. Las cosas seguirán siendo las que son. Las enfermedades seguirán formando parte, dramáticamente, como lo hacen desde siempre, de nuestra condición humana. Seguiremos conociendo todas las limitaciones que hoy experimentamos, y nos parecerá tan lejana como hoy nos parece la paz que anhelamos. Pero, sin embargo, al mismo tiempo, tendremos todo lo que necesitamos, porque con Jesús, que se nos ofrece hecho alimento, tenemos un Pan que nos da todo lo que nos hace falta, ya que nos da la Vida eterna...

EucaristíaPor eso es que en este Domingo (y en los lugares en los que no hace falta trasladar la fiesta al Domingo ya que tienen la posibilidad de celebrarla, como fue tradición, en el Jueves siguiente a Pentecostés), celebramos solemnemente el Cuerpo y la Sangre de Jesús, Sacramento de su entrega en la Cruz, para salvarnos con su Resurrección...

Vale la pena tener en cuenta que, a la luz del relato de la multiplicación de los panes realizada por Jesús que nos trae el Evangelio de San Juan (capítulo 6), Jesús nos alimenta en el Altar con una doble Mesa, una Mesa con dos platos fuertes: su Palabra, y el Sacramento de la Eucaristía. Con este alimento tenemos todo lo que nos hace falta. La Palabra que nos instruye, nos guía, nos corrige, nos consuela y nos orienta. Y la Eucaristía que nos nutre y nos hace participar en la Vida de Dios, y que reservamos en el Sagrario de las Iglesias, no sólo para poder llevarla a los enfermos, sino también para que, puestos a sus pies en humilde adoración, podamos experimentar casi sensiblemente la presencia consoladora de Jesús, que nos acompaña en nuestro camino al Cielo...

Eucaristía3. TAMBIÉN HOY HAY QUIEN PASA HAMBRE; JESÚS NOS DICE: DENLES USTEDES DE COMER... De todos modos, al tiempo que gozamos de este consuelo con el que Jesús nos alimenta, tenemos que tener en cuenta que, igual que a los Apóstoles, Jesús nos involucra en este don, que se convierte para todos nosotros también en una tarea...

Lo recibimos a Jesús, y Él nos pide que nosotros "le demos de comer" a todos los que acuden a buscarlo. Jesús en la Eucaristía es alimento para toda la humanidad, que tiene hambre de Dios. Él multiplica este Pan tanto cuanto haga falta. Pero espera que nosotros, que lo hemos conocido, seamos quienes les anunciemos a los que no lo saben que Él está allí esperándolos, como el alimento que da vida. Esta celebración del Cuerpo y la Sangre de Jesús ha tenido desde su inicio este sentido de manifestación pública de nuestra fe eucarística...

PanEste año la celebración tiene un significado especial en la diócesis de San Isidro, que cumplió hace dos días (el 8 de junio), sus primeros 50 años de existencia. Esta celebración jubilar, que tuvo en el día de ayer su fiesta principal, nos recordó a todos que la diócesis tiene desde el primer día la misma misión de toda la Iglesia: poner a Jesús, alimento de Vida eterna, al alcance de todos los fieles que Él mismo llama a esta meta...

Además este año se da nuevamente una feliz coincidencia, como tres años atrás. Junto con la celebración de Corpus Christi se realiza en este Domingo en todas las Misas que se celebran en Argentina la Colecta Nacional de Caritas. Esta colecta nos ayuda a recordar que también hoy hay muchos que pasan hambre en nuestra patria, muchos que no tienen el trabajo que necesitan para acercar el pan a su familia, muchos que están excluidos de la posibilidad de satisfacer sus necesidades básicas...

Sabemos que Jesús acude en auxilio de todos los que lo necesitan, pero sabemos también que para ello cuenta con nosotros. Esta Colecta nacional de Caritas (la organización con la que la Iglesia sale al encuentro de las necesidades de nuestros hermanos más despojados), se convierte en una ocasión y en un instrumento para que nuestra solidaridad nos comprometa con el servicio de amor al que Jesús nos llama. Los Apóstoles fueron llamados por Jesús a repartir entre los que lo seguían el Pan que Él ponía en sus manos. Y a cada uno de nosotros nos llama a compartir con nuestros hermanos lo que Él mismo ha puesto en nuestras manos...


Lecturas bíblicas de la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Jesús del Ciclo C:

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Predicaciones del P. Alejandro W. Bunge:
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