1.
LA
FIESTA ES PARTE DE LA VIDA, AUNQUE A VECES FALTEN MOTIVOS PARA
FESTEJAR... Aunque a veces nuestro estado de ánimo
habitual parezca
desmentirlo, la fiesta es parte de la vida. Es que muchas
veces nos
ganan el corazón los motivos de tristeza y amargura, y nos
vamos
acostumbrando a andar con las cejas arqueadas de arriba para abajo, y
con la comisura de los labios en esa misma posición, con una
expresión
inequívoca de que no encontramos los motivos que nos
permitan festejar.
En lugares de peregrinación como Fátima se ven
llegar muchas personas
que llegan cargadas de esperanza y movidas por la fe, pero al mismo
tiempo doblegadas o arqueadas por el peso de los años, o de
las
enfermedades, o de la vida o simplemente de los propios pecados...
¡Cuántas
veces recién despertados nos comienza a doler el cuerpo en
algún lado,
y ahí mismo comienzan nuestras quejas. O en un momento
recordamos algo
que nos han dicho los vecinos, o que hemos visto en los diarios, o
simplemente porque nos a disgustamos con el clima, porque no nos gusta
que esté nublado, o porque hace demasiado calor, o porque
llueve, o
porque hace mucho que no llueve, enseguida nos envuelven los motivos
que van gestando en nosotros una cara llena de tristeza, de
enojo o de
amargura...
2.
DIOS, PADRE
MISERICORDIOSO, ES LA FUENTE DE LA VERDADERA ALEGRÍA...
Cualquiera sea
el motivo que nos impide vivir la vida como una fiesta, encontraremos
el remedio de la misma manera que se les ofreció a los hijos
de la
parábola: Dios, Padre misericordioso, está
siempre con los brazos
abiertos, a la espera, para brindarnos su perdón y
recibirnos
cálidamente en su casa...
Si
nos
faltan sonrisas, fiesta y alegría en nuestra vida, no es
porque no
tengamos motivos para tenerlas. Simplemente sucede que no las buscamos
en el lugar indicado. Dios, Padre misericordioso, es la fuente de la
verdadera alegría. Él siempre está
dispuesto a recibirnos nuevamente,
siempre está ansioso por vernos retomar el buen camino
cuando lo hemos
perdido, siempre nos está esperando, y corre hacia nosotros
apenas le
mostramos que estamos dispuestos a retomar la buena senda...
No
son
los anuncios catastróficos los que ponen en evidencia la
importancia de
este lugar santo, sino el anuncio sencillo y maravilloso de la
misericordia de Dios que se ha hecho Hombre para salvarnos, y de todos
los modos posibles y a cada paso nos ofrece su misericordia y su
perdón. Aquí sucede a cada minuto el milagro
más grande, el de la
misericordia de Dios que sale al encuentro de los corazones necesitados
de su perdón. Todo está organizado para que,
más allá de una ciudad
entera que ha nacido y crecido en un lugar que hace 90 años
era sólo
campo, a raíz de todo el movimiento que crea la
atención de los
interminables e incesantes peregrinos, todos los que llegan puedan
encontrarse con el Señor que se manifiesta en su Palabra y
en sus
Sacramentos, para la salvación de todos los que se acogen a
su
misericordia...
3.
LA
FIESTA ES PARA TODOS, NOS TIENE QUE ALEGRAR EL PERDÓN DE LOS
DEMÁS...
La fiesta, de la que está salpicada la vida entera, es
siempre signo y
anticipo, cuando viene de Dios, de la gran Fiesta a la que
Él nos ha
invitado, que es el Cielo. Esa fiesta del Cielo, de la que la vida no
es más que un camino de acceso y de preparación,
es para todos. Dios,
que no obliga a nadie a ir a esa Fiesta, ya que
sólo invita, no quiere,
sin embargo, dejar a nadie afuera de ella. Por esta
razón, no basta
hacer nuestro camino con "buena letra". Además, para
participar de la
Fiesta, hay que tener un corazón a la medida de las
alegrías de Dios,
es decir, un corazón que se alegre también cuando
nuestros hermanos que
han errado el camino, se arrepienten y se animan a retomar el buen
camino...
Un
lugar
como el Santuario de Fátima en Portugal, así como
muchos otros en todos
los rincones del mundo, sin olvidar Luján, sede de la
"Patrona" de
Argentina, es un lugar de fiesta, donde todos los dolores del mundo se
encuentran con la maravillosa misericordia de Dios. Aquí se
ve la vida
humana en todas sus dimensiones: están los que llegan llenos
de fe,
están los que parten de aquí con su fe reanimada,
están los que viven
de la fe de los demás, están todas las riquezas y
las miserias de la
condición humana, como en todo lugar. Pero especialmente
está dando
sentido a este Santuario, como a todos los Santuarios del mundo, la
misericordia de Dios, que ilumina con su Luz a todo el que quiere
dejarse iluminar, dando sentido a nuestra vida y
permitiéndonos
alcanzar la meta para la que él mismo nos ha hecho...Volver al inicio de la predicación...
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