1. NO
SIEMPRE ES FÁCIL LLEVARSE BIEN CON TODOS LOS VECINOS...
Cuando
llega un vecino nuevo al barrio, y también si entra al Hogar
un nuevo
residente y se ubica en la habitación de al lado, enseguida
queremos
saber de quién se trata. Cualquier excusa es motivo para
saber algo de él. Si pudiéramos hacerlo con
disimulo, quizás hasta nos
ponemos a espiarlo desde la puerta. O salimos a barrer la vereda, y en
cuanto es
posible no asomamos por la reja, para ver cómo es,
qué hace, cuáles son
sus movimientos. O pasamos por la puerta de su casa, y con todo
disimulo agudizamos la mirada para pescar algo que nos sirva de pista.
Hasta es posible que nuestra curiosidad nos lleve a saludarlo, y de
paso entrar un poco en su vida, para saber de quién se
trata...
Pero
después de las primeras sonrisas y las mutuas atenciones, es
posible
que no tarden en aparecer las primeras discusiones. Que si el
tacho de la basura hay que dejarlo ahí o un poco
más allá, que si las
hojas las barremos a la tarde o a la mañana, que si tiene
que enjuagar
la vereda justo cuando yo salgo a pasear el perro o lo puede hacer un
poco más tarde...
O justo el día en que
estamos más cansados, los hijos de los
vecinos deciden hacer una fiesta con todo, y aparece un Disk jockey que
pone la música de modo tal que tiembla literalmente toda la
cuadra. Los
viernes a la noche, por ejemplo, parece que hubiera reunidos cientos de
jóvenes sobre la calle España, a la vuelta del
Hogar, hablando a los
gritos y haciendo sonar las radios de sus autos como si estuvieran en
un estadio, con cánticos de fútbol incluidos...
2. EL
AMOR REQUIERE QUE NOS DEJEMOS CONMOVER POR EL DOLOR DEL VECINO...
El sacerdote y el levita estaban dedicados al culto, que se realizaba
en el Templo de Jerusalén, y del que probablemente
volvían (se "baja"
de Jerusalén a Jericó, que está cerca
de 1000 metros más abajo). Quizás
pensaban que eso era más importante que atender al que
estaba medio
muerto, y por eso siguieron de largo. El samaritano, en cambio, que es
"un enemigo" del
que está medio muerto, se deja conmover por éste,
que le aparece
al lado sin haberlo buscado, y se convierte en "su vecino". Por eso se
detiene, y se pone en movimiento para atenderlo. Dejarse conmover
consiste en dejar que la necesidad del otro llegue a nuestro
corazón y
nos ponga en movimiento para tratar de auxiliarlo...
Jesús da
vuelta las cosas. No contesta a la pregunta "quién es mi
prójimo", porque si lo hiciera dejaría en el
centro de la escena al que
pregunta. Nos dice en cambio que se comportó como
prójimo el que se
acercó a
atender al que sufría, poniendo el centro de la escena la
necesidad del
vecino...
El Papa Benedicto XVI
nos lo dijo en su primera Encíclica, del 25 de diciembre de
2005, Deus
Caritas est, en cuya Parte II despliega los
múltiples modos,
personales o asociados, del amor por parte de la Iglesia, comunidad de
amor. Nuevamente nos lo dijo en su Exhortación
Apostólica conclusiva de
la XI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos
que trató
sobre la Eucaristía: Sacramentum
caritatis. En ella nos presenta a la
Eucaristía no sólo como un
Misterio en el que hay que creer y al que hay que celebrar (Partes I y
II), sino también como un Misterio que hay que vivir (Parte
III). Lo
muestra también con gestos como la visita a los enfermos. Y
yo creo que
también lo hace con la Carta
Apostólica Summorum
Pontificum y su Carta
a los Obispos que acompaña a la Carta
Apostólica, aunque algunos no quieran o
no parezcan estar
dispuestos a aceptarlo porque se quedan
sólo en las formas y la superficie (la
versión oficial de la Carta Apostólica
está en latín). En
efecto, el Papa pone en claro en la Carta
a los Obispos la
intención de su Carta
Apostólica SP: No
vale la pena pelearse por
las formas exteriores cuando compartimos el corazón del
Evangelio
(Jesús y su mandamiento del amor) y la fidelidad a la
Iglesia.
Entonces, manteniendo la forma ordinaria de celebrar la Misa, autoriza
a celebrarla usando como modo extraordinario el Misal romano anterior
al Concilio (esta forma extraordinaria la piden fieles muchas veces
escandalizados por las celebraciones de la Misa en las que no se sigue
con fidelidad el Misal del Concilio Vaticano II, sino con inventos y
deformaciones de la Liturgia al límite
de lo soportable, dice
el Papa)...
Acercarse
al dolor de nuestros vecinos puede llegar a conmovernos. Si esto
sucede, el dolor de nuestros vecinos llegará a nuestro
corazón y lo
pondrá en movimiento. Entonces podremos descubrir que en
nuestras manos
hay mucho más de lo que un primer momento
podríamos haber pensado,
antes de ser conmovidos, para acudir de una manera
eficaz a sus necesidades tratando de aliviarlo. Si logramos hacerlo, y
con Jesús ciertamente es posible, estaremos
comenzando a comportarnos como sus prójimos...Volver al inicio de la predicación...
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